A estos roscos al horno también se les llama «Roscos de Semana Santa». Este producto típico de La Cuaresma es la representación en dulce de la muerte de Jesucristo. De hecho el clavo, especia con la que se aromatiza, es para recordar los clavos que se utilizaron para fijarlo en la cruz.
En cuanto a sus orígenes, los primeros primeros antecedentes hay que buscarlos en griegos y romanos que ya elaboraban dulces para celebrar la recolección de las cosechas.
Asimismo en la cultura judía también se observa esta costumbre.
INGREDIENTES:
- 300 g de harina.
- 40 g de aceite de oliva suave.
- 170 g de azúcar.
- 2 huevos.
- 1 cucharadita de levadura química.
- 1 cucharadita de anís molido.
- 1 cucharadita de canela molida.
- Una pizca de clavo molido.
- La ralladura de un limón.
- 20 g de miel.
ELABORACIÓN:
Mezclar el aceite de oliva y el azúcar, añadir los huevos y batir.
Añadir la harina de levadura, el anís, la canela y el clavo. Tamizar.
Incorporar la ralladura de limón y la miel. Amasar todo con un robot de cocina.
Echar la masa en una superficie lisa y previamente espolvoreada de harina. Hacer una bola. Poner una pizca de aceite en la superficie limpia y «bolear» un pelín más.
Dividir la masa en 16 bolas iguales. Con cada bola hacer una especie de churro dejando las puntas más delgadas para poder unir el rosco.
Colocar los anillos obtenidos en una bandeja de horno con papel sulfurizado dejando espacio entre ellos para permitir que crezcan sin juntarse. El calor hará que aumenten de tamaño.
Precalentar el horno a 180º.
Dejamos reposar los anillos hasta que el horno esté caliente. Los introducimos en el horno y los dejamos durante 15 minutos (dependerá de cada horno). Hay que estar vigilante hasta que estén ligeramente dorados. Si nos pasamos de cocción nos quedarán un poco duros.