¡¡¡Hamburguesa!!! Sólo pronunciar la palabra y ya nos imaginamos infinidad de combinaciones de colores y sabores a cuales más vistosos y ricos.
La palabra proviene de la ciudad de Hamburgo, en Alemania, el puerto más grande de Europa en aquella época…… alguien colocó un trozo de carne, se cree que carne de cerdo troceada, entre dos rebanadas de pan, denominándola hamburguesa. Y así, a través del puerto cruzó el Atlántico donde se hizo realmente famosa.
Pero centrémonos en el pan. El pan es un elemento clave de la hamburguesa. Partió de la idea de poder pedir un producto que permitía llevártelo consigo y no tener que comerlo obligatoriamente en el establecimiento.
Primero fueron dos rebanadas de pan convencionales, luego dos rebanadas tipo pan de molde o sandwinch. El pan con sésamo, tal y como lo conocemos hoy día, fue implantado en las hamburguesas por un alemán a principios del siglo XX.
El pan americano con semillas de sésamo es el más extendido y comercializado en todos los países del mundo. Tiene una forma redonda y una miga delicada, que se deshace en la boca sin ninguna dificultad. En la corteza encontramos pequeñas semillas de sésamo, que adornan el plato y le dan una estética y sabor especial.
INGREDIENTES:
- 325 g de harina de panadero.
- 155 ml de leche entera ligeramente tibia.
- 5 g de levadura fresca.
- 1 huevo mediano.
- 10 g de azúcar.
- 5 g de sal
- 15 ml de aceite de oliva.
- 1 huevo para pintar.
- Semillas de sésamo sin tostar.
ELABORACIÓN:
Mezclar en un bol la harina, la sal y el azúcar. Añadir la levadura, la leche y remover. Agregar el huevo batido. Mezclar.
Seguidamente añadir el aceite y amasar hasta obtener una masa lisa y elástica.
Engrasar las manos y formar una bola. Cubrir con un paño y dejar reposar durante 15 minutos.
Trocear la masa en 8 partes iguales de unos 70 g aproximadamente cada una. Damos forma de panecillo y dejamos fermentar durante 40 minutos.
Precalentar el horno a 200º.
Pintamos con huevo y un pelín de nata batida. Decoramos los bollitos con sésamo.
Hornear durante 15 minutos con calor arriba y abajo sin aire.
Cuando estén dorados, sacamos y enfriamos sobre una rejilla.
Y ya están listos para rellenar con lo que más os guste.